"Run fast. Laugh hard. Be kind" -12th Doctor.

lunes, 29 de enero de 2018

Texas Forever



Confieso que empecé a ver Friday Night Lights porque el protagonista es mi adorado Kyle Chandler, aunque la tenía en mi lista de series pendientes desde hace siglos. Fue casi por casualidad, simplemente porque se daba la circunstancia de que tenía más tiempo libre. No esperaba encontrarme con una de las mejores series de la televisión reciente. La historia, los personajes, la forma de rodar, las emociones. Porque hay muchas cosas que se pueden decir de esta fantástica serie, pero creo que la que mejor la describe es emoción. Emoción por los personajes. Emoción por sus inquietudes, por sus sueños, sus éxitos y sus fracasos. Emoción por el deporte y por cómo consigue hacerte mejor persona. 

Hay muchos momentos especiales en las cinco temporadas de la serie, pero hay uno que define muy bien dos de los aspectos que más me gustan de la serie. Hay una escena en la que el protagonista, el entrenador Taylor, habla con su mujer sobre cómo es incapaz de decidirse por uno u otro quaterback, y cómo le preocupa que el más joven no esté preparado para aguantar la presión y que eso le haga daño. Me encanta cómo está retratado ese aspecto tan importante del deporte juvenil; lo duro que puede ser pero lo gratificante y enriquecedor que es. Porque formar parte de un grupo, de un equipo, de algo que es más grande que tú, te hace crecer como persona y, lo que es más importante, te hace ser mejor persona. Todo eso está en Friday Night Lights, sobre todo gracias al personaje protagonista. El cual es un personaje tan complejo como maravilloso, con miles de matices, interpretados al milímetro por Chandler. De Eric Taylor podría decir muchas cosas, pero ninguna descripción fue tan exacta como la de su mujer en la ficción: 'Eric Taylor es un marido sensible y atento; es fuerte; y tiene visión. Tiene la capacidad de inculcar la ilusión en los demás, y os quiere a cada uno de vosotros'.

Lo que me lleva a mi segundo aspecto favorito de la serie, el matrimonio protagonista. Se ha dicho hasta la saciedad que es el mejor retrato de un matrimonio en la televisión. Sinceramente, la frase se queda corta. Porque es el mejor retrato de cómo debe ser una relación, matrimonio o no; en televisión o en la vida real. Llegar a ese nivel de intimidad, confianza y sinceridad, es algo inaudito. Y en televisión/cine, donde todo parece cartón-piedra, aún más. Ver a dos actores en estado de gracia trabajando juntos en un proyecto así, es emocionante. Entre los dos son capaces de llevar la serie a sus espaldas, incluso tras la revolución de la tercera temporada. 

Otro elemento subversivo a la par que emocionante: la revolución que supuso hacer cambiar de equipo al entrenador y protagonista, y conseguir que el espectador se vuelque en esta nueva etapa como si fuera con el original. Eso es algo tan valiente como suicida. Y, sin embargo, funciona. Y de nuevo, es emocionante.

No puedo dejar de hablar de los otros personajes: Riggins, el chico sensible y fuerte que va de duro, siempre preparado para sacrificarse por los demás; Street, el jugador perfecto, el novio perfecto, el hijo perfecto, que contagia ilusión allá donde va; Matt, el sustituto, el segundón, pero el verdadero alma de la serie; Julie, mucho más que la hija del matrimonio protagonista; y Landry, y Tyra, y Smash, e incluso Vince y Luke. 

Friday Night Lights es de esas series que, cuando las estás viendo, te das cuenta de que estás ante algo especial, y que cuando se terminan, descubres que te han cambiado la vida.

'Clear eyes, full hearts; can't lose.' 

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