... and I hope to see you all in church.
Hace una semana estaba en mi adorado Londres con mi también adorado Hugh. Una vez más, tengo que darle las gracias. No sólo por compartir su enorme talento y brindarnos un concierto inolvidable, si no por hacer que me diera cuenta de que en la vida hay que establecer las prioridades correctamente y cómo esas mismas prioridades van cambiando conforme maduramos. En realidad, Hugh ha sido siempre la excusa. Tantos buenos momentos que hemos pasado gracias a él! Y digo 'hemos' porque si no fuera por él, no habría conocido a las que ahora son de mis mejores amigas. Y puede que éste no sea el lugar para escribir este tipo de cosas; para empezar, porque no tienen porque importarle a mis (escasos) lectores. Pero hacerse mayor es lo que tiene, que te vuelves melancólico y un pelín cursi. El viaje ha sido perfecto, con el punto justo de frikismo y turismo convencional. Tan sólo tuvimos un pequeño contratiempo a causa de la incoherencia de Hugh, pero nada que una buena dosis de risas y amistad no puedan solucionar. No pudo ser el encuentro cara a cara con el susodicho, pero lo cierto es que la amabilidad y cariño de Gaby (Moreno) y Herman (Matthews), lo compensaron con creces. Ándese con ojo, Sr. Laurie. Que le quitan el puesto.
Parte de la ¿tristeza? , ¿melancolía? , que me inunda hoy, es que me da la impresión de que no disfruto plenamente las cosas cuando están sucediendo, y se pasan tan rápido que sólo me queda recordarlas. Eso me ha pasado un poco con el tiempo pasado con mis compañeras de viaje: se me hace tan natural pasar tiempo con ellas que no me doy cuenta de que ese tiempo es breve y en seguida volveremos a estar separadas por kilómetros. Me quedan tantas cosas que contarles, tantos comentarios que se me ocurren cuando no están aquí... Ais.
Además, esto de ser una yonki de la música de Hugh y la Copper Bottom Band, no es sano. Ya tengo mono por el siguiente concierto, y de momento lo veo muy, muy lejos. El otro día leía en Twitter que sus conciertos deberían tener un botón de 'Rebobinar'; y yo me suscribo a esa idea. No sólo es Hugh un gran músico y mejor maestro de ceremonias, si no que su banda está formada por unos músicos excepcionales. Conseguir que los estirados londinenses se levanten de sus butacas y se pongan a bailar, es toda una hazaña. Intento buscar un adjetivo que les defina, y todos se me quedan cortos. Hay que verlos, y escucharlos, para comprenderlo.
Let the Blues continue.
You Never Can Tell, Hugh Laurie & The Copper Bottom Band